Chapter 62: Murim master and his servant part 2
Lira, guiada por su maestro, explora su sexualidad en un mundo de deseo y placer. Un vestido revelador, una discoteca y un hombre apuesto la llevan a un viaje erótico inolvidable. ¿Podrá resistir la tentación?
El maestro, con una sonrisa traviesa en su rostro, tomó la mano de Lira y la guió a través de las calles hacia un destino desconocido. La curiosidad brillaba en los ojos de Lira, intrigada por lo que su maestro tenía planeado. Llegaron a una tienda de trajes, donde el maestro comenzó a explorar diferentes atuendos, cada uno más atrevido que el anterior. Lira, inicialmente tímida, se dejó llevar por la excitación que emanaba de su maestro.
Después de probarse varios trajes, el maestro eligió uno particularmente revelador: un vestido ajustado que resaltaba las curvas de Lira y dejaba poco a la imaginación. Con una mirada de aprobación, el maestro la tomó de la mano y la llevó a una discoteca cercana, donde la música retumbaba y los cuerpos se movían al ritmo de la noche.
En medio de la multitud, un hombre alto y apuesto se acercó a Lira. Con una sonrisa seductora, comenzó a bailar cerca de ella, sus movimientos cada vez más atrevidos. Lira, sintiendo la mirada de su maestro sobre ella, se dejó llevar por la música y el deseo. El hombre, con habilidad, la guió hacia un rincón más apartado, donde la luz era más tenue.
Allí, sin previo aviso, el hombre se desabrochó los pantalones y sacó su miembro erecto. Lira, sorprendida pero excitada, no pudo evitar mirar con deseo. El hombre, con una mano en su cintura, el atrajo hacia él y, sin decir una palabra, comenzó a frotar su polla contra el coño de Lira a través de la tela del vestido.
El maestro, observando desde la distancia, se llevó la mano a la entrepierna, sintiendo su propia excitación crecer. Lira, con los ojos cerrados, gemía suavemente mientras el hombre la estimulaba, su respiración acelerada. El hombre, con experiencia, deslizó su mano dentro del vestido y comenzó a acariciar su coño húmedo, preparándola para lo que estaba por venir.
Sin más preámbulos, el hombre la levantó y la apoyó contra la pared, posicionándose entre sus piernas. Con un movimiento fluido, entró en ella, su polla llenando su coño con un golpe seco. Lira soltó un gemido ahogado, sintiendo la invasión, mientras el hombre comenzaba a moverse con fuerza, su ritmo cada vez más rápido.
El maestro, incapaz de contenerse más, se acercó a ellos, su presencia añadiendo un nuevo nivel de excitación. Lira, sintiendo la mirada de su maestro sobre ella, se dejó llevar por el placer, sus gemidos llenando el aire. El hombre, con una sonrisa satisfecha, aumentó la velocidad, su polla golpeando contra lo más profundo de Lira.
En el clímax, el hombre se detuvo, su respiración entrecortada. Con una mano en la cadera de Lira, la giró suavemente y la guió hacia una cama apartada, donde la tumbó con delicadeza. Lira, aún jadeando, miró hacia arriba y vio al maestro de pie junto a la cama, su presencia dominante.
El maestro, con una sonrisa lasciva, se desabrochó los pantalones y sacó su propia polla erecta. Lira, sin dudarlo, se sentó y tomó el miembro del maestro en su boca, chupando con habilidad mientras el hombre, aún detrás de ella, entraba en su coño una vez más.
El maestro, con una mano en la cabeza de Lira, guió su boca hacia arriba y hacia abajo, disfrutando de la calidez y la humedad de su boca. El hombre, con una mano en la cadera de Lira, la movía hacia adelante y hacia atrás, su polla entrando y saliendo de su coño con cada embestida.
Lira, atrapada entre los dos hombres, se sintió abrumada por el placer. Sus gemidos se volvieron más fuertes, su cuerpo tenso mientras se acercaba al orgasmo. El hombre, sintiendo su inminente clímax, aumentó la velocidad, su polla golpeando contra lo más profundo de Lira una y otra vez.
En un momento de éxtasis, el hombre se detuvo y se corrió dentro de ella, su semen llenando su coño. Lira, aún jadeando, miró hacia arriba y vio al maestro sonriendo con satisfacción. Con una mano en su mejilla, el maestro la besó suavemente en los labios, su sabor aún en su boca.
De vuelta al Murim, la dinámica entre Lira y los hombres del pueblo cambió. Se volvió común verla caminar por las calles, su presencia atrayendo miradas de deseo. Los hombres, incapaces de resistirse a su belleza y su recién descubierta lascivia, la abordaban con frecuencia, sus manos vagando por su cuerpo.
Lira, con una sonrisa traviesa, se dejaba llevar, disfrutando de la atención. Se acostaba con los hombres, permitiendo que la penetraran por el trasero, sintiendo sus pollas entrar y salir de su agujero estrecho. Los hombres, excitados por la experiencia, se masturbaban dentro de ella, su semen llenando su culo y su coño.
El maestro, observando desde la distancia, sonreía con orgullo. Lira, su sirviente, había descubierto un nuevo nivel de placer y él estaba allí para guiarla. Cada día, Lira tragaba pollas en su boca, chupando con habilidad mientras los hombres se corrían en su garganta.
Al final del día, el maestro la recompensaba, abrazándola con fuerza y llevándola a su cama. Allí, en la intimidad de su habitación, el maestro entraba en ella, su polla llenando su coño una vez más. Lira, con los ojos cerrados, se dejaba llevar por el placer, sintiendo la polla de su maestro entrar y salir de ella con cada embestida.
En ese mundo pervertido, el maestro dominaba todo, su presencia guiando a Lira hacia nuevos niveles de placer. Pero, mientras yacían juntos, el maestro no pudo evitar pensar en lo que vendría después, en las nuevas experiencias que les esperaban. La noche caía sobre el Murim, dejando el final de su historia en manos de la imaginación.