Chapter 57: extra parallel Part 1
La pasión y la seducción se intensifican cuando Felipe y Valeria comparten una noche íntima. Pero la propuesta de Valeria lleva la relación a un nivel inesperado, despertando deseos y emociones oscuras en Felipe. ¿Hasta dónde llegarán juntos?
Felipe había pasado incontables horas frente a su computadora, perfeccionando sus habilidades en League of Legends. Su dedicación no pasó desapercibida, especialmente para la capitana de su equipo, una mujer tan hermosa como intimidante. Ella era la clase de persona que irradiaba confianza y fuerza, con una sonrisa coqueta que podía desarmar a cualquiera. Su nombre era Valeria, y su presencia en el juego era tan dominante como su personalidad.
Con el tiempo, Felipe no solo mejoró en el juego, sino que también comenzó a llamar la atención de Valeria. Sus jugadas estratégicas y su habilidad para trabajar en equipo la impresionaron. Un día, después de una victoria particularmente reñida, Valeria lo invitó a una llamada de voz. Su voz era suave pero firme, y Felipe sintió un cosquilleo en el estómago al escucharla.
—Felipe, has estado jugando increíble últimamente —dijo Valeria, su tono cargado de admiración—. Eres un gran apoyo para el equipo.
—Gracias, Valeria —respondió él, intentando mantener la calma—. Solo hago lo que puedo para ayudar.
La conversación fluyó con naturalidad, y pronto descubrió que tenían más en común de lo que pensaban. Compartieron gustos en música, películas y, por supuesto, su pasión por los videojuegos. Con el tiempo, lo que comenzó como una amistad se transformó en algo más profundo. Felipe se encontró pensando en Valeria incluso cuando no estaban jugando, y ella parecía sentir lo mismo.
Una noche, después de una sesión de juego particularmente intensa, Valeria lo invitó a su casa. Felipe ganó sin dudarlo, su corazón latiendo con fuerza al anticipar lo que podría suceder. Cuando llegó, Valeria lo recibió con una sonrisa que le dejó el aliento. Llevaba un vestido ajustado que resaltaba sus curvas, y su cabello caía en ondas sueltas sobre sus hombros.
—Pasa, Felipe —dijo, haciendo un gesto hacia el interior—. Quiero mostrarte algo.
La casa de Valeria era tan elegante como ella, con muebles modernos y una iluminación suave que creaba un ambiente íntimo. Lo llevó a su habitación, donde la luz tenue de una lámpara de mesa iluminaba la habitación. Felipe sintió que el aire se volvía más pesado, cargado de expectativa.
—Felipe —comenzó Valeria, su voz baja y seductora—, he estado pensando en ti mucho últimamente. No solo como un compañero de equipo, sino como algo más.
Antes de que Felipe pudiera responder, Valeria se acercó a él, sus labios rozando los suyos. El beso fue suave al principio, pero rápidamente se volvió más apasionado. Felipe sintió que su cuerpo se encendía, sus manos moviéndose para abrazarla con fuerza. Valeria lo guió hacia la cama, donde se acostaron juntos, sus cuerpos entrelazados en un abrazo cálido y deseoo.
La intimidad entre ellos era natural, como si hubieran estado esperando este momento durante mucho tiempo. Felipe exploró el cuerpo de Valeria con ternura, sus manos deslizándose sobre su piel suave. Ella gimió suavemente, sus dedos enredándose en su cabello mientras lo atraía más cerca. La pasión los consumió, y pronto estaban perdidos en un mar de sensaciones, sus cuerpos moviéndose al unísono en un baile antiguo y familiar.
Pero Felipe tenía deseos más oscuros, fantasías que había guardado en lo más profundo de su mente. Después de varios encuentros íntimos, decidió compartir una de ellas con Valeria. Una noche, mientras yacían juntos en la cama, Felipe tomó un respiro antes de hablar.
—Valeria, hay algo que quiero pedirte —dijo, su voz temblorosa—. Es un poco... inusual.
Valeria lo miró con curiosidad, su expresión una mezcla de intriga y diversión.
—Dime, Felipe —respondió, su tono talentoso—. No tienes que tener miedo de pedirme nada.
—Me gustaría que usaras diferentes bragas —continuó Felipe, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban—. Bragas que aprieten tus nalgas, que las hagan ver... más prominentes.
Valeria soltó una carcajada, su risa musical llenando la habitación.
—¿En serio, Felipe? —preguntó, su mirada traviesa—. ¿Es eso lo que te excita?
—Sí —admitió él, sintiendo un alivio al ver que ella no lo juzgaba—. Me encanta cómo se ven tus nalgas, y quiero verlas resaltadas de esa manera.
Valeria irritante, su expresión llena de complicidad.
—Está bien, Felipe —dijo, su voz suave y seductora—. Lo haré por ti. Pero tengo una condición.
—¿Cuál? —preguntó Felipe, su corazón latiendo con fuerza.
—Quiero que invite a alguien más —continuó Valeria, su mirada intensificándose—. Alguien que te resulte... interesante.
Felipe frunció el ceño, confundido.
—¿A quién te refieres?
—A tu enemigo en el juego —respondió Valeria, su sonrisa ampliándose—. Quiero que invite a tu rival, a ese jugador que siempre te derrota.
Felipe sintió un nudo en el estómago. La idea de compartir a Valeria con alguien más, especialmente con su enemigo, era al mismo tiempo aterradora y excitante.
— ¿Estás seguro? —preguntó, su voz temblorosa.
—Completamente —respondió Valeria, su tono firme—. Confía en mí, Felipe. Esto será algo que nunca olvidarás.
Con el corazón en la mano, Felipe aceptó la propuesta de Valeria. Los siguientes días fueron una mezcla de anticipación y nerviosismo. Valeria comenzó a usar las bragas que Felipe le había pedido, y cada vez que la veía, su deseo crecía. Las bragas apretaban sus nalgas, resaltando su forma redonda y voluptuosa, y Felipe no podía evitar mirar fijamente.
Finalmente, llegó el día en que el rival de Felipe, un jugador llamado Javier, fue invitado a la casa de Valeria. Javier era alto y musculoso, con una presencia que llenaba la habitación. Felipe sintió un nudo en el estómago al verlo, pero también una extraña excitación.
Valeria los recibió con una sonrisa burlona, su mirada brillando con diversión.
—Felipe, Javier —dijo, haciendo un gesto hacia la habitación—, pasen. Quiero mostrarles algo.
La habitación estaba iluminada con luces tenues, y una cámara estaba configurada en un trípode, apuntando hacia la cama. Valeria se acercó a la cámara y la subió, una luz roja parpadeando para indicar que estaba transmitiendo.
—Felipe —dijo Valeria, su voz baja y seductora—, quiero que veas todo lo que va a pasar.
Felipe se sentó en una silla, su corazón latiendo con fuerza mientras Valeria se acercaba a Javier. Ella llevaba un par de bragas negras que apretaban sus nalgas, resaltando su forma de manera exagerada. Javier la miró con deseo, sus ojos recorriendo su cuerpo.
—Valeria —dijo Javier, su voz ronca—, te ves increíble.
Valeria excitante, su expresión llena de promesa.
—Gracias, Javier —respondió, su voz suave—. Pero primero, quiero que Felipe vea algo.
Valeria se volvió hacia Felipe, su mirada intensa.
—Felipe —dijo, su voz firme—, quiero que veas cómo me muevo para ti.
Con eso, Valeria comenzó a mover sus glúteos de manera sensual, sus caderas girando en un ritmo lento y seductor. Javier se acercó a ella, su miembro visible a través de los bóxers mientras se pegaba a Valeria. Ella gimió suavemente, sus manos deslizándose sobre su cuerpo mientras se frotaban mutuamente.
Felipe sintió que su cuerpo se tensaba, su deseo creciendo con cada movimiento de Valeria. Ella lo miró directamente a la cámara, su expresión una mezcla de burla y deseo.
—¿Te gusta lo que ves, Felipe? —preguntó, su voz cargada de intención.
Felipe no pudo responder, su garganta seca mientras observaba cómo Valeria y Javier se movían juntos. Valeria bajó los bóxers de Javier, revelando su miembro erecto, y se arrodilló frente a él. Con movimientos lentos y deliberados, comenzó a lamer y chupar su polla, sus labios envolviéndola con habilidad.
Javier gimió, sus manos enredándose en el cabello de Valeria mientras ella lo complacía. Felipe sintió que su propia polla se endurecía, su mano moviéndose instintivamente hacia su entrepierna mientras se masturbaba, observando la escena con una mezcla de envidia y excitación.
Valeria se levantó, su mirada fija en Felipe mientras se acercaba a Javier. Se posicionó frente a él, su trasero exagerado apuntando hacia la cámara mientras se inclinaba ligeramente. Javier se colocó detrás de ella, sus manos en sus caderas mientras la penetraba lentamente.
Valeria gimió, su voz llenando la habitación mientras se movía al ritmo de Javier. Ella comenzó a twerkear, sus nalgas apretadas moviéndose de manera exagerada mientras Javier la embestía con fuerza. Felipe observó, hipnotizado, mientras Valeria se regresaba hacia la cámara, su expresión una mezcla de placer y burla.
—¿Te gusta lo que ves, Felipe? —preguntó de nuevo, su voz entrecortada por los gemidos—. ¿Te gusta ver cómo me muevo para ti?
Felipe no pudo responder, su mente en blanco mientras se masturbaba con fuerza, su deseo por Valeria creciendo con cada movimiento. La escena frente a él era una mezcla de belleza y obscenidad, y Felipe se sintió perdido en un mar de sensaciones.
Durante días, Valeria continuó usando las bragas ajustadas, cada vez más atrevida en sus encuentros con Javier. Felipe observaba, su deseo y celos entrelazados en una compleja danza de emociones. Valeria se aseguraba de mostrarle su trasero exagerado, moviéndose de manera sensual mientras Javier la penetraba, ya fuera por la vagina o el año.
Ella gimió y se retorció, su voz llenando la habitación mientras se entregaba al placer. Javier la embestía con fuerza, su miembro grande y horrible llenándola por completo. Valeria se movía con él, sus nalgas apretadas rebotando con cada embestida mientras usaba el twerking para aumentar la intensidad.
Felipe se masturbaba, su mano moviéndose con rapidez mientras observaba la escena. Valeria lo miraba directamente a la cámara, su expresión una mezcla de burla y deseo mientras se aseguraba de que él viera todo.
—¿Te gusta lo que ves, Felipe? —preguntó de nuevo, su voz cargada de intención—. ¿Te gusta ver cómo me muevo para ti?
Felipe no pudo responder, su mente en blanco mientras se acercaba al orgasmo. Valeria y Javier continuaron, sus cuerpos moviéndose en un ritmo frenético mientras Felipe se perdía en el placer.
Cuando finalmente terminó, Felipe se recostó en la silla, su cuerpo exhausto y su mente en un estado de asombro. Valeria apagó la cámara, su expresión satisfecha mientras se acercaba a él.
—¿Te gustó, Felipe? —preguntó, su voz suave y seductora.
Felipe asiduo, incapaz de encontrar las palabras. Valeria excitante, su mirada llena de complicidad.
—Esto es solo el comienzo —dijo, su voz baja y prometedora—. Hay mucho más por venir.
Felipe sintió un escalofrío recorrer su columna, su corazón latiendo con fuerza mientras se preguntaba qué más tenía Valeria planeado. La noche cayó sobre ellos, y Felipe se quedó reflexionando sobre lo que había sucedido, su mente llena de emociones encontradas.
¿Qué más le depararía el futuro? ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar por Valeria? Estas preguntas quedaron sin respuesta, flotando en el aire como una promesa de algo más grande, más intenso y más oscuro. La historia de Felipe y Valeria había comenzado, y el camino que habían emprendido estaba lleno de posibilidades infinitas, cada una más tentadora y peligrosa que la anterior.
How should the story end?
1.
Valeria decide llevar la fantasía al siguiente nivel, invitando a una jugadora experta en dominación para que controle a Felipe durante una sesión, mientras ella observa y dirige la escena, explorando dinámicas de poder y sumisión.
2.
Javier, el rival de Felipe, revela tener un fetiche por el exhibicionismo y propone transmitir en vivo su próximo encuentro con Valeria, con Felipe como espectador obligado a participar desde la distancia, añadiendo tensión y voyerismo.
3.
Valeria introduce un elemento de competencia: Felipe y Javier deben enfrentarse en un duelo de League of Legends, y el perdedor tendrá que cumplir una fantasía secreta de Valeria, aumentando la carga erótica con la incertidumbre del resultado.
4.
La historia toma un giro emocional cuando Valeria confiesa que su interés en las bragas ajustadas está ligado a un trauma pasado, y Felipe debe decidir si profundiza en su vulnerabilidad o mantiene la relación en el ámbito puramente físico.
5.
Un nuevo personaje, una diseñadora de lencería fetichista, entra en escena y ofrece crear piezas personalizadas para Valeria, llevando la obsesión de Felipe a un nivel artístico y ritualístico, con sesiones de prueba que se vuelven cada vez más íntimas.