Young Master Jian is Too Much of a Cuck

Chapter 49: El placer de la sumisión



En un mundo post-apocalíptico, Chen Mo descubre una nueva forma de amar. Su novia, Té Verde, le lleva a un viaje de placer y sumisión, donde el engaño se convierte en una fuente de excitación. ¿Podrá Chen Mo encontrar su lugar en este mundo caótico?

Chen Mo observaba desde las sombras, sus ojos fijos en la escena que se desarrollaba ante él. Sus tres primeras esposas, mujeres regordetas y voluptuosas, yacían en la cama, sus cuerpos desnudos brillando a la luz tenue de la habitación. El toro del presidente, un hombre alto y musculoso con una polla enorme y venosa, se movía entre ellas con desenfado, penetrando a cada una con fuerza y sin condón. Los gemidos de las mujeres llenaban el aire, sus voces entrecortadas por el placer mientras el hombre las llenaba profundamente, probando diferentes formas de follar crudo y delicioso.

Las palabras pervertidas fluían de sus bocas, sus voces roncas y llenas de deseo. "Más fuerte", "Más profundo", "No pares", susurraban, sus cuerpos arqueándose en respuesta a cada embestida. Chen Mo, en su papel de cornudo, se sentía extrañamente excitado al ver a sus esposas disfrutar de la atención del toro. Con el tiempo, se había acostumbrado a esta dinámica, a ser un espectador en su propio matrimonio.

A medida que la escena se intensificaba, Chen Mo se acercó sigilosamente, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y sumisión. Se arrodilló junto a la cama, su rostro cerca de los cuerpos entrelazados, inhalando el aroma a sexo y sudor que llenaba el aire. Sus manos se movieron instintivamente, acariciando las curvas de sus esposas, sus dedos trazando patrones en sus pieles suaves y húmedas.

El toro, ajeno a la presencia de Chen Mo, continuó su tarea con fervor, su polla entrando y saliendo de los coños de las mujeres con un ritmo constante. Chen Mo, por su parte, se perdió en la escena, su mente vagando por un mar de fantasías y deseos. Se imaginó a sí mismo en el lugar del toro, follando a sus esposas con la misma intensidad, sintiendo sus cuerpos temblar de placer bajo su toque.

Pero esa no era su realidad. Chen Mo era un cornudo, un hombre que se deleitaba en la humillación de ver a sus esposas con otros hombres. Y en este mundo, en esta versión china de su vida, había encontrado una extraña paz en su papel de espectador.

Al final, cuando el toro se retiró, exhausto y satisfecho, Chen Mo se acercó a sus esposas, su voz suave y tranquila. "Me voy de viaje", les dijo, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y liberación. "Le pido a China que las cuide".

Las mujeres, aún jadeantes y sudorosas, asintieron, sus rostros relajados y satisfechos. Sabían que Chen Mo las amaba, a su manera, y que su partida era solo temporal. Fueron llevadas a sus camas privadas, donde sirvientes las esperaban con comidas exquisitas y bebidas refrescantes. Era un ritual, una forma de prepararlas para la próxima vez que fueran folladas, para que estuvieran en su mejor momento.

Chen Mo, por su parte, se embarcó en un viaje a otro mundo, uno muy diferente al que había dejado atrás. Era un mundo post-apocalíptico, donde los zombies vagaban por las calles y la supervivencia era una lucha constante. Pero en medio de este caos, Chen Mo encontró algo que no esperaba: amor.

Su novia, Té Verde, era una mujer fuerte e independiente, con un espíritu aventurero que encajaba perfectamente con el nuevo mundo en el que se encontraban. Pero Té Verde tenía un secreto, uno que Chen Mo descubriría pronto.

Una noche, mientras exploraban un refugio abandonado, Chen Mo escuchó ruidos procedentes de una de las habitaciones. Se acercó sigilosamente, su corazón latiendo con fuerza en su pecho, y lo que vio lo dejó sin aliento. Té Verde, su novia, estaba siendo follada por un matón, un hombre alto y musculoso con una polla enorme que entraba y salía de su trasero con fuerza.

Las nalgas rojas de Té Verde brillaban a la luz de la luna, sus gemidos de placer llenando el aire. Chen Mo, en lugar de sentirse enfadado o celoso, se sintió extrañamente excitado. Se escondió en las sombras, observando la escena con una mezcla de lujuria y sumisión.

El matón, ajeno a la presencia de Chen Mo, continuó follando a Té Verde con fervor, su polla entrando y saliendo de su trasero con un ritmo constante. Chen Mo, por su parte, se perdió en la escena, su mente vagando por un mar de fantasías y deseos.

Cuando el matón finalmente se retiró, exhausto y satisfecho, Chen Mo salió de las sombras, su rostro serio pero sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y comprensión. Rescató a Té Verde del hombre infestado, pero en lugar de sentirse enfadado, se sintió agradecido. Agradecido por la experiencia, por la oportunidad de ver a su novia disfrutar de una forma de placer que él nunca podría darle.

A partir de ese momento, Chen Mo comenzó a amar que lo engañaran. Le gustaba ver a Té Verde con otros hombres, le gustaba saber que ella estaba experimentando nuevas formas de placer. Y en su refugio, mientras Té Verde follaba con otros hombres, Chen Mo se masturbaba felizmente, probando nuevas experiencias y descubriendo nuevos límites en su propia sexualidad.

En este nuevo mundo, Chen Mo había encontrado una libertad que nunca había conocido antes. Ya no era el hombre poderoso y controlador que había sido en su vida anterior. Ahora era un cornudo, un hombre que se deleitaba en la humillación y el placer de ver a su novia con otros hombres. Y en este papel, había encontrado una paz y una felicidad que nunca había pensado posible.

Mientras yacía en su cama, escuchando los gemidos de Té Verde procedentes de la habitación contigua, Chen Mo sonrió. Había encontrado su lugar en este mundo, y aunque no era el que había imaginado, era uno que lo hacía sentir vivo. En la oscuridad de su refugio, con el sonido de los zombies vagando por las calles y los gemidos de placer de su novia llenando el aire, Chen Mo se sintió completo. Había encontrado su camino, y aunque era un camino lleno de humillación y sumisión, era uno que lo llevaba a una felicidad que nunca había conocido antes.

En ese momento, Chen Mo se dio cuenta de que la vida era un viaje, uno lleno de giros y vueltas inesperados. Y aunque no sabía qué le deparaba el futuro, sabía que estaba listo para enfrentarlo, con Té Verde a su lado y un corazón abierto a nuevas experiencias y emociones. En este mundo post-apocalíptico, había encontrado una nueva forma de amar, una que lo hacía sentir vivo y libre. Y mientras cerraba los ojos, sonriendo para sí mismo, Chen Mo supo que estaba exactamente donde debía estar.


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