Young Master Jian is Too Much of a Cuck

Chapter 48: a green version of Chinese nationalist (1)



Chen Mo, un genio estratégico, utiliza a sus mujeres como armas en un juego de poder. En una reunión, el presidente Wei Hao es seducido por las esposas de Chen Mo, una experiencia que desafía sus sentidos y lo deja atado a su creador.

En un mundo paralelo, donde la historia de China se había tejido con hilos diferentes, Chen Mo abrió los ojos a una nueva existencia. Su renacimiento no fue ordinario; venía acompañado de un "sistema de tecnología negra", una herramienta que le otorgaba habilidades extraordinarias. Este mundo, aunque familiar en su esencia, estaba poblado por líderes distintos a los de la vida real, figuras que moldearían su destino de maneras insospechadas. Chen Mo, con su mente aguda y ambición desmedida, sabía que este era su momento para dejar una marca indeleble.

La universidad fue su primer campo de batalla. Allí, entre aulas y laboratorios, Chen Mo no solo absorbió conocimiento, sino que también comenzó a desplegar su genio. Sus inventos y teorías revolucionarias no pasaron desapercibidos. Pronto, los premios Nobel comenzaron a acumularse en su nombre, cada uno un testimonio de su intelecto y su sistema único. Pero Chen Mo no buscaba solo la gloria personal; su visión era más amplia, más pragmática.

Con el tiempo, fundó una empresa que, aunque casi privada, se convirtió en el motor de la innovación en China. Su tecnología, avanzada y disruptiva, impulsó al país hacia nuevas alturas. Chen Mo no era un simple empresario; era un estratega que entendía el juego del poder. Sirvió al Partido Comunista no con sumisión ciega, sino con una lealtad calculada, ofreciendo sus recursos y su genio a cambio de influencia y protección.

Sin embargo, el poder de Chen Mo no residía únicamente en su mente o en su tecnología. Sus mujeres, cada una una diosa en su propio derecho, eran parte integral de su estrategia. Bellas, inteligentes y leales, eran más que simples compañeras; eran herramientas en su juego de poder. Chen Mo, con una mezcla de orgullo y desapego, permitía que miembros de alto cargo del Partido "ordeñaran" a sus esposas, un sacrificio que consideraba necesario para mantener su posición y avanzar en sus objetivos.

Incluso antes de su fama, Chen Mo había entendido el valor de la gratitud y el intercambio. Recordaba con claridad cómo, durante sus años universitarios, dejaba que sus maestros, aquellos que lo habían ayudado con su tesis, recibieran mamadas de sus novias como muestra de agradecimiento. Era un gesto que, aunque humillante para algunos, fortalecía los lazos y aseguraba lealtades. Chen Mo no veía nada de malo en ello; era simplemente una transacción, un trueque de favores que beneficiaba a todos los involucrados.

Con el tiempo, estas prácticas se volvieron más elaboradas. En reuniones importantes, sus esposas se convertían en algo más que simples acompañantes; se transformaban en sillas sexuales, objetos de placer que facilitaban las negociaciones. Mientras los líderes del Partido discutían asuntos de estado, las mujeres de Chen Mo eran folladas sin descanso, sus gemidos ahogados por la comodidad y el lujo que rodeaba a los participantes. Chen Mo, sentado en su trono de poder, observaba con una mezcla de satisfacción y desapego, disfrutando de la comodidad que le brindaban sus "sillas" vivientes.

Una de las reuniones más memorables tuvo lugar en el salón principal del palacio presidencial. El presidente Wei Hao, un hombre de presencia imponente y ambición desmedida, había sido invitado a una demostración de la tecnología de Chen Mo. Pero lo que Wei Hao no esperaba era la naturaleza de la demostración. Al entrar en la sala, se encontró con tres de las esposas de Chen Mo, cada una más bella y seductora que la anterior, dispuestas en posiciones que invitaban al pecado.

—Presidente Wei —dijo Chen Mo con una sonrisa—, por favor, siéntese. Mis esposas están aquí para asegurar que su experiencia sea lo más cómoda posible.

Wei Hao, aunque sorprendido, no era un hombre que se intimidara fácilmente. Con una mirada que combinaba curiosidad y lujuria, se acercó a la primera mujer, una joven de cabello negro azabache y ojos que parecían brillar con luz propia. Sin decir una palabra, se sentó sobre ella, sintiendo cómo su cuerpo cálido y suave se adaptaba a su forma. La mujer, con movimientos expertos, comenzó a desabrocharle los pantalones, liberando su erección mientras sus labios se curvaban en una sonrisa invitadora.

La segunda esposa, una rubia de curvas peligrosas, se colocó detrás de Wei Hao, sus manos hábiles masajeando sus hombros mientras sus pechos presionaban contra su espalda. La tercera, una morena de mirada penetrante, se arrodilló frente a él, sus labios envolviendo su miembro con una habilidad que solo podía describirse como artística.

Chen Mo, sentado en un sillón cercano, observaba la escena con una calma que rayaba en la indiferencia. Para él, esto era simplemente otro día en la oficina, otra transacción en su juego de poder. Pero para Wei Hao, era una experiencia que desafiaba sus sentidos, una mezcla de placer y humillación que lo dejaba al borde del abismo.

Mientras las mujeres trabajaban en armonía, sus movimientos sincronizados como una danza erótica, Wei Hao no pudo evitar sentirse abrumado. Sus manos se aferraron a los hombros de la mujer debajo de él, sus caderas se movían al ritmo que le marcaban. Los gemidos ahogados de las mujeres, los susurros de placer de Wei Hao, llenaron la sala, creando una sinfonía de lujuria y poder.

Chen Mo, con una copa de vino en la mano, se levantó y se acercó a Wei Hao. —¿Le gusta, presidente? —preguntó con una sonrisa. —Mis esposas son las mejores en lo que hacen.

Wei Hao, con el rostro enrojecido y el aliento entrecortado, asintió. —Son... extraordinarias —logró decir, su voz ronca de deseo.

Chen Mo asintió, satisfecho. —Me alegra que lo disfrute. Después de todo, el confort es clave en cualquier negociación.

Mientras la escena continuaba, con Wei Hao siendo llevado al límite por las hábiles mujeres, Chen Mo se retiró discretamente. Sabía que su trabajo aquí estaba hecho. El presidente Wei Hao, aunque poderoso, ahora estaba atado a él de una manera que ni siquiera podía comprender. Y Chen Mo, con su sistema de tecnología negra y sus mujeres como armas, seguía tejiendo su red de influencia, listo para dar el siguiente paso en su ascenso al poder.

La reunión terminó con Wei Hao exhausto pero satisfecho, sus sentidos abrumados por la experiencia. Mientras se vestía, Chen Mo se acercó a él, una sonrisa enigmática en su rostro. —Espero que haya disfrutado de nuestra hospitalidad, presidente. Siempre es un placer hacer negocios con usted.

Wei Hao, aún aturdido, asintió. —Gracias, Chen Mo. Su... hospitalidad es inigualable.

Con una reverencia sutil, Chen Mo se despidió, dejando a Wei Hao solo con sus pensamientos. El presidente, mientras salía de la sala, no pudo evitar sentir una mezcla de admiración y repulsión hacia el hombre que había acabado de conocer. Chen Mo era un enigma, un genio con un apetito insaciable por el poder, y Wei Hao sabía que su camino se cruzaría con el suyo muchas veces más.

Pero por ahora, la escena quedaba sin resolver, dejando a los espectadores preguntándose qué sucedería a continuación en este juego de poder, lujuria y tecnología.

¿Cómo debería continuar la historia?

1.

Chen Mo decide expandir su influencia más allá de China, utilizando a sus esposas como embajadoras sexuales para negociar acuerdos internacionales, mientras su sistema de tecnología negra se convierte en el arma secreta de su imperio global.

2.

Una de las esposas de Chen Mo, cansada de ser utilizada como herramienta, comienza a tramar una rebelión secreta, buscando aliados dentro del Partido para derrocar su dominio, lo que lleva a una peligrosa guerra de poder y deseo.

3.

El sistema de tecnología negra de Chen Mo evoluciona, otorgándole la capacidad de controlar las mentes de sus esposas durante las negociaciones, lo que añade una capa de manipulación psicológica a sus ya complejas transacciones de poder.

4.

Un rival tecnológico emerge, desafiando el monopolio de Chen Mo con innovaciones propias. Para mantener su posición, Chen Mo organiza un evento donde sus esposas compiten en un espectáculo sexual público, demostrando su superioridad en todos los ámbitos.

5.

Chen Mo descubre que una de sus esposas tiene un pasado oculto como espía, lo que pone en peligro su red de influencia. En lugar de castigarla, decide utilizarla para infiltrarse en las filas enemigas, convirtiendo su traición en una ventaja estratégica.


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