Young Master Jian is Too Much of a Cuck

Chapter 44: Fantasía Erótica Cumplida ( 3 )



Mei Ling se entrega a sus amantes, Zhang y Hao, en una fantasía erótica dirigida por su esposo, Li Wei. La habitación se llena de gemidos y placer mientras ella los satisface, pero la verdadera acción comienza cuando Li Wei interviene, llevando la situación a un nivel más intenso y provocativo.

La habitación estaba cargada de una tensión erótica palpable, el aire espeso con el aroma de deseo y sudor. Mei Ling, con su traje de secretaria aún ajustado a su cuerpo, se arrodilló frente a Zhang y Hao, sus rostros reflejando una mezcla de lujuria y sumisión. Li Wei, de pie detrás de ella, observaba con una sonrisa satisfecha, su mente ya tejiendo la siguiente escena en su fantasía de cuckolding.

—Ahora, Mei Ling —dijo Li Wei con voz firme—, es hora de que les demuestres tu devoción. Comienza con sus bolas.

Mei Ling asintió, su mirada fija en los hombres frente a ella. Con movimientos lentos y deliberados, se inclinó hacia adelante, su larga melena negra cayendo sobre sus hombros como una cortina sedosa. Su lengua salió, húmeda y cálida, mientras se acercaba a las peludas bolas de Zhang. Las lamió con delicadeza, su boca rodeando cada una, masajeándolas con su lengua y sus labios. Hao, a su derecha, jadeó suavemente, anticipando su turno.

El sonido de la saliva y los gemidos llenó la habitación mientras Mei Ling trabajaba con dedicación, su boca llena de pelos, sus labios brillando con la humedad de su saliva y el sudor de los hombres. Sus manos no estaban ociosas; acariciaban los muslos de Zhang, subiendo y bajando, explorando cada centímetro de piel disponible.

—Oh, Mei Ling... —gimió Zhang, su cuerpo temblando bajo la atención de la mujer—. Eres una diosa.

Hao, impaciente, se movió para estar más cerca, su miembro erecto rozando el hombro de Mei Ling. Ella sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de inocencia y lujuria, antes de girar hacia él. Repitió el proceso, su boca envolviendo las bolas de Hao, su lengua trazando patrones lentos y sensuales.

Las horas parecieron desvanecerse mientras Mei Ling se entregaba a su tarea, su boca y manos trabajando incansablemente. Los hombres, al borde del éxtasis, se apoyaban en ella, sus cuerpos temblorosos. Li Wei, observando desde atrás, se sentía cada vez más excitado, su miembro duro y palpitante dentro de sus pantalones.

—Suficiente por ahora —dijo finalmente, su voz ronca de deseo—. Es hora de que disfruten de ella de otra manera.

Mei Ling se levantó, su rostro enrojecido y brillante, sus labios hinchados por el esfuerzo. Se dirigió a la cama, donde Li Wei la guió para que se acostara boca arriba. Los hombres se acercaron, sus miembros enormes y erectos apuntando hacia ella como armas listas para la batalla.

Zhang se posicionó entre sus piernas, mientras Hao se colocaba a su lado. Li Wei les dio instrucciones con una sonrisa lasciva.

—Tómenla. Disfruten de su cuerpo. Úsenla como su almohada.

Zhang no necesitó más invitación. Se arrodilló entre las piernas de Mei Ling, separándolas con suavidad. Su miembro se deslizó entre sus pliegues húmedos, entrando en ella con un empuje lento y profundo. Mei Ling gimió, sus manos agarrando las sábanas mientras su cuerpo se adaptaba a la invasión.

Hao, por su parte, se inclinó sobre ella, su miembro rozando sus labios. Mei Ling abrió la boca, recibiendo su dureza con ansia. Sus labios se cerraron alrededor de él, su lengua jugando con la punta mientras Hao comenzaba a moverse, usando su boca como si fuera su propia vagina.

La habitación se llenó con los sonidos de carne chocando contra carne, gemidos y jadeos. Mei Ling estaba en el centro de todo, su cuerpo un campo de batalla de sensaciones. Li Wei, de pie junto a la cama, se desabrochó los pantalones, liberando su miembro palpitante. Se tocó lentamente, observando la escena con ojos brillantes.

—Cansado de lo mismo, ¿eh, Mei Ling? —murmuró Li Wei, su voz cargada de deseo—. Es hora de algo nuevo.

Con un movimiento rápido, Li Wei se acercó a la cama, agarrando a Mei Ling por la muñeca. La giró, poniéndola de rodillas, y la empujó hacia Hao.

—Toma su boca, Hao. Haz que te chupe como solo ella sabe hacerlo.

Hao sonrió, su miembro saliendo de la boca de Mei Ling con un sonido húmedo. La agarró por la nuca, guiándola de nuevo hacia él. Mei Ling obedeció, sus labios envolviendo su miembro con entusiasmo, su lengua trabajando con destreza.

Li Wei, mientras tanto, se posicionó detrás de Mei Ling. Con un dedo, trazó un camino húmedo a lo largo de su rajita, encontrando su entrada trasera. Mei Ling gimió en torno al miembro de Hao, su cuerpo tensándose en anticipación.

—Y ahora, Zhang —dijo Li Wei con una sonrisa—, es tu turno de disfrutar de su ano.

Zhang se movió con rapidez, posicionándose detrás de Mei Ling. Su miembro, brillante con los jugos de ella, se presionó contra su entrada trasera. Con un empuje lento y firme, entró en ella, llenando su ano estrecho.

Mei Ling gimió, su voz ahogada por el miembro de Hao en su boca. Su cuerpo fue tomado por ambos hombres, su ano y su boca llenos, su vagina palpitando alrededor del miembro de Zhang. Li Wei, de pie junto a ella, se sentía abrumado por la escena, su miembro goteando pre-seminal.

—Cuídenla —dijo Li Wei, su voz ronca de emoción—. Cuídenla mientras estoy fuera.

Los hombres asintieron, sus movimientos sincronizándose mientras tomaban a Mei Ling con fuerza, sus cuerpos aplastándola de manera erótica y provocativa. Mei Ling, atrapada entre ellos, se sentía abrumada por el placer, su cuerpo respondiendo a cada empuje, cada caricia.

—Disfruta, Mei Ling —susurró Li Wei, inclinándose para besar su mejilla—. Disfruta de todo. Volveré en unos días.

Con eso, Li Wei se alejó, su miembro aún duro, su mente ya imaginando las fantasías que se desarrollarían en su ausencia. Se detuvo frente al espejo, observándose a sí mismo, su reflejo mostrando un hombre excitado y obsesionado.

—Viajaré sin culpa —murmuró, su voz llena de determinación—. Y cuando regrese, tendré nuevas historias que contar.

La imagen de Mei Ling, tomada por los dos hombres, se reflejó en el espejo, su cuerpo retorciéndose de placer. Li Wei sonrió, su miembro palpitando en anticipación. Sabía que su esposa estaba en buenas manos, y que su fantasía de cuckolding se estaba haciendo realidad de la manera más deliciosa.

Mientras Li Wei salía de la habitación, la escena detrás de él permanecía intensa y apasionada, dejando al lector imaginando lo que sucedería a continuación en este viaje de lujuria y entrega.


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