Chapter 43: Adoración Primitiva (2)
Li Wei y Mei Ling exploran sus deseos más oscuros en un juego erótico intenso. La sumisión y la sensualidad se entrelazan mientras Mei Ling se entrega a los deseos de su esposo, dejando a los hombres al borde del éxtasis.
La tarde caía con una luz dorada sobre el apartamento de Li Wei y Mei Ling, tiñendo las paredes de un tono cálido que contrastaba con la atmósfera cargada de deseo que comenzaba a formarse. Li Wei, con una sonrisa pícara en el rostro, observaba a su esposa mientras ella se ajustaba el traje de secretaria que él le había pedido que usara. El conjunto, ajustado y provocativo, resaltaba las curvas de Mei Ling, su falda corta y su blusa entallada dejaban poco a la imaginación. Ella lo miró con una mezcla de curiosidad y sumisión, sus ojos negros brillando con una chispa de excitación que él conocía bien.
—Estás perfecta, Mei —murmuró Li Wei, acercándose a ella y deslizando una mano por su cintura—. Hoy vamos a jugar un poco. ¿Estás lista?
Mei Ling asintió, su respiración ligeramente acelerada. Sabía que los deseos de su esposo podían ser oscuros, pero también sabía que siempre la hacían sentir viva, deseada. Li Wei se apartó y se dirigió hacia la puerta, abriéndola para revelar a dos hombres que esperaban en el pasillo. Ambos vestían solo bóxers, sus cuerpos atléticos y sus miradas llenas de anticipación. Mei Ling sintió un cosquilleo en el estómago al verlos, sabiendo lo que estaba por suceder.
—Pasen, amigos —dijo Li Wei con una sonrisa amplia, haciendo un gesto para que entraran—. Mei Ling está lista para ustedes.
Los dos hombres, Zhang y Hao, entraron con confianza, sus ojos fijos en la figura de Mei Ling. Ella se mantuvo quieta, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Li Wei se colocó detrás de ella, sus manos descansando en sus hombros como si la guiara hacia su destino.
—Mei, acércate a ellos —ordenó Li Wei con voz firme pero suave—. Quiero que les des un poco de atención.
Mei Ling obedeció, dando pequeños pasos hacia los hombres. Zhang y Hao se quedaron inmóviles, sus bóxers ajustados dejando poco a la imaginación. Ella se arrodilló frente a ellos, sintiendo el calor que emanaba de sus cuerpos. Li Wei se colocó detrás de ella, susurrando instrucciones en su oído.
—Usa tu nariz, Mei. Huele su aroma. Déjate llevar por su esencia.
Mei Ling cerró los ojos, inhalando profundamente. El olor a sudor masculino y testosterona la envolvió, despertando algo primitivo en su interior. Extendió una mano, tocando suavemente las bolas de Zhang a través del bóxer. Él contuvo el aliento, su cuerpo tensándose bajo su tacto. Luego, se giró hacia Hao, repitiendo el gesto. Ambos hombres estaban rígidos, sus miradas clavadas en ella.
—Ahora, usa tu boca —susurró Li Wei, su aliento caliente en su oído—. Hazlo erótico, Mei. Haz que lo deseen.
Mei Ling asintió, abriendo los ojos y mirando a los hombres con una intensidad que los hizo tragar saliva. Acercó su rostro a las bolas de Zhang, presionando su nariz contra el tejido del bóxer. Las frotó suavemente, sintiendo cómo su cuerpo respondía al contacto. Luego, hizo lo mismo con Hao, su boca cerca de su piel, su aliento cálido y tentador.
—Baja sus pantalones, Mei —ordenó Li Wei, su voz ronca de deseo—. Quiero que los adores como se merecen.
Con manos temblorosas, Mei Ling agarró la cintura de los bóxers de Zhang y los bajó lentamente, revelando sus testículos. Se arrodilló por completo, presionando su rostro contra ellos, inhalando su aroma profundamente. Luego, repitió el gesto con Hao, su boca y nariz trabajando en armonía para adorar sus cuerpos. Los hombres gemían suavemente, sus manos aferrándose a los muebles para no tocarla, respetando las reglas del juego.
—Lámelos, Mei —susurró Li Wei, su voz llena de lujuria—. Haz que se sientan como reyes.
Mei Ling obedeció, extendiendo su lengua para lamer las bolas de Zhang, su sabor salado y masculino explotando en su boca. Luego, se movió hacia Hao, repitiendo el gesto con la misma dedicación. Los hombres se retorcían ligeramente, sus cuerpos al borde del éxtasis. Ella no los penetraba, pero su boca y su lengua eran suficientes para llevarlos al límite.
—Ahora, sus traseros —dijo Li Wei, su voz firme—. Limpia cada rincón, Mei. Haz que se sientan adorados.
Mei Ling se levantó ligeramente, deslizando sus manos por los muslos de los hombres hasta llegar a sus traseros. Los besó suavemente, sus labios presionando contra su piel, su lengua explorando cada pliegue. Los hombres se dejaron llevar, sus cuerpos relajándose bajo su tacto. Ella los limpiaba con cuidado, asegurándose de que cada centímetro de su piel fuera atendido.
—Ayúdalos a correrse, Mei —susurró Li Wei, su voz llena de anticipación—. Haz que lo liberen todo.
Mei Ling se pegó a las bolas de Zhang, frotando su rostro contra ellas, su boca y nariz trabajando en armonía. Él no pudo contenerse más, su cuerpo temblando mientras se corría, su semen manchando su bóxer. Luego, se movió hacia Hao, repitiendo el gesto hasta que él también alcanzó el clímax. Los hombres se dejaron caer contra los muebles, exhaustos y satisfechos.
Li Wei se acercó a Mei Ling, tomándola de la mano y ayudándola a levantarse. Los hombres se despidieron con una sonrisa, saliendo del apartamento con una mezcla de gratitud y deseo en sus ojos. Mei Ling se sintió limpia y excitada, su cuerpo vibrando con la energía del momento.
—Gracias, Mei —murmuró Li Wei, besando su frente—. Eres increíble.
Ella sonrió, abrazándolo con fuerza. Se acurrucaron en el sofá, el silencio cómodo entre ellos. Li Wei la besó suavemente, sus labios presionando contra los suyos en un gesto de amor y gratitud. Luego, se recostaron, el cansancio y la satisfacción apoderándose de ellos.
Mientras Mei Ling se dormía a su lado, Li Wei la abrazó con fuerza, su mano deslizándose por su cuerpo en un gesto íntimo. Pensó en lo emocionante que había sido el día, en cómo su esposa había cumplido cada uno de sus deseos oscuros con devoción. Deseó que siempre disfrutara de sus juegos, que siempre encontrara placer en sus fantasías más profundas. La besó en silencio, su mente vagando en las posibilidades que el futuro les deparaba.
El apartamento quedó en calma, la luz del atardecer dando paso a la noche. Li Wei se tocó suavemente, su mente reviviendo cada momento del día, cada gemido, cada gesto de sumisión de su esposa. Sabía que había algo adictivo en sus deseos, algo que los unía de una manera única. Y mientras se dormía, sonrió, sabiendo que Mei Ling siempre estaría dispuesta a explorar lo más oscuro de su deseo, siempre y cuando él estuviera a su lado.
El futuro era incierto, pero una cosa era clara: su amor y su lujuria eran inquebrantables, un lazo que los unía en un baile de placer y sumisión que no tenía fin. Y en ese momento, mientras la ciudad se sumía en la oscuridad, Li Wei y Mei Ling descansaban, sus corazones latiendo al unísono, listos para lo que el mañana les trajera.
¿Cómo debería continuar la historia?
1.
Mei Ling sugiere invertir los roles, proponiendo que Li Wei sea el centro de atención mientras ella dirige a dos mujeres para que lo adoren, explorando su sumisión y deseo de ser dominado.
2.
La pareja decide llevar sus juegos a un espacio público, como un club privado, donde Mei Ling debe seducir a un desconocido bajo la atenta mirada de Li Wei, intensificando la excitación del riesgo y la exhibición.
3.
Li Wei introduce un elemento de competencia, trayendo a una tercera mujer para que Mei Ling demuestre su habilidad en el arte de la sumisión, creando una dinámica de rivalidad erótica.
4.
La pareja explora el mundo del bondage, con Li Wei atando a Mei Ling y guiándola a través de una sesión de adoración con los hombres, profundizando en su sumisión y confianza mutua.
5.
Mei Ling propone un juego de roles donde ella interpreta a una maestra estricta y Li Wei a un estudiante travieso, llevando sus fantasías a un escenario de disciplina y recompensa erótica.