Young Master Jian is Too Much of a Cuck

Chapter 46: humiliation and the price of dark pleasures (2)



John descubre una escena íntima y prohibida en la oficina, donde su esposa, Violeta, se entrega a su jefe. La humillación y la emoción se entrelazan, creando una conexión única. ¿Qué pasará cuando regrese a casa y se enfrente a una realidad aún más impactante?

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John se encontró en una situación que, si bien lo humillaba, también lo llenaba de una extraña emoción. Había llegado temprano a la oficina, con la intención de revisar unos documentos importantes antes de la reunión con su jefe, García. Sin embargo, lo que encontró al entrar en la sala de conferencias fue algo que jamás habría imaginado.

Allí, en el centro de la habitación, estaba su esposa, Violeta, arrodillada frente a García, quien permanecía de pie con los pantalones bajados. La luz del atardecer se filtraba por las ventanas, iluminando la escena con un tono dorado que realzaba la belleza de Violeta. Llevaba un bikini que dejaba poco a la imaginación, y sus glúteos perfectamente redondeados se veían aún más tentadores bajo la tela ajustada.

Con movimientos lentos y sensuales, Violeta lamió los testículos de García, trazando círculos con la lengua antes de subir y succionar su miembro con avidez. John observó, paralizado, cómo su esposa se entregaba por completo al placer de su jefe. La escena era tan íntima, tan privada, que se sintió como un intruso en su propio matrimonio.

García, un hombre de mediana edad con una barriga prominente, parecía disfrutar cada segundo de la atención de Violeta. Tenía el rostro enrojecido por el esfuerzo y sus manos la sujetaban por los hombros, guiándola. John notó cómo la respiración de su jefe se aceleraba y cómo su cuerpo temblaba ligeramente bajo el roce de Violeta.

A medida que se desarrollaba la escena, John se sintió incapaz de apartar la mirada. A pesar de la humillación que sentía al ver a su esposa con otro hombre, había algo en la situación que lo excitaba profundamente. Era como si la prohibición de la situación, el hecho de que fuera incorrecta, la hiciera aún más deseable.

Violeta miró a García; sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y sumisión. Con un movimiento fluido, se levantó y se giró, ofreciéndole su cuerpo. El bikini realzaba sus curvas, y John sintió un nudo en el estómago al ver a su jefe apoderarse de ella.

García la penetró con fuerza, sus manos agarrando sus caderas mientras la movía hacia atrás y hacia adelante. Violeta gemía suavemente, su cabeza echada hacia atrás en señal de placer. John observó, fascinado, cómo su esposa se convertía en un simple objeto de deseo para su jefe, un cojín para su placer.

La escena se volvió aún más intensa cuando García comenzó a masturbarse sobre el cuerpo de Violeta, utilizando su boca, sus nalgas y sus pechos como lienzo para su propia satisfacción. John sintió un calor en sus mejillas, una mezcla de vergüenza y excitación que lo hizo sentirse vivo de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.

Cuando finalmente García alcanzó el clímax, Violeta se limpió la boca con el dorso de la mano y se giró hacia John, una sonrisa pícara en sus labios. Él sabía que debería sentirse enojado, traicionado, pero en su lugar se sentía extrañamente complacido. Era como si, al aceptar su papel de observador pasivo, hubiera encontrado una nueva forma de placer.

Los siguientes días transcurrieron en una niebla de excitación y humillación. John se encontró a sí mismo esperando con ansias el momento en que podría observar a su esposa con García, sintiendo una extraña conexión con ella a través de su sumisión compartida al jefe.

Y luego, llegó el día en que John regresó a casa de vacaciones, esperando encontrar consuelo en la familiaridad de su hogar. Pero lo que encontré fue algo que lo dejó sin aliento.

En la sala de estar, sentadas en el sofá, estaban su madre, su suegra y Violeta. Las tres mujeres lo miraron con una mezcla de desafío y orgullo, sus labios brillando con un líquido que olía a sexo y deseo.

John se congeló en el umbral, su mente tratando de procesar la escena que tenía delante. Su madre, una mujer de mediana edad con un cuerpo aún atractivo, estaba sentada con las piernas cruzadas, su vestido ajustado resaltando sus curvas. Su suegra, una mujer más mayor pero igualmente seductora, lo miraba con una sonrisa pícara.

Y allí, en el centro de todo, estaba Violeta, su esposa, con una expresión de satisfacción en su rostro. Las tres mujeres estaban lamiendo las bolas de García, quien se encontraba de pie frente a ellas, su cuerpo desnudo brillando bajo la luz de la lámpara.

"Mira, John", dijo Violeta, su voz cargada de desafío. "Somos tus mujeres, y estamos orgullosas de ser tus cornudas. ¿No te gusta nuestro descaro?".

John sintió un calor en sus mejillas, una mezcla de vergüenza y excitación que lo hizo sentarse en una silla cercana. Desde allí, observa cómo García apretaba su polla en los labios de Violeta, cómo las dos milfs se pegaban a él, actuando como sus cojines.

Con las manos temblorosas, John comenzó a tocarse, su mente en un torbellino de emociones contradictorias. ¿Era esto lo que quería? ¿Era esto lo que necesitaba? No estaba seguro, pero en ese momento, con las tres mujeres mirándolo con desafío, se sintió más vivo que nunca.

La escena se desdibujó, gemidos y susurros se mezclaron en un coro de placer. John cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de su propia mano sobre su cuerpo, mientras la imagen de su esposa, su madre y su suegra con García se grababa en su mente.

¿Qué pasaría después? ¿Cómo podría seguir adelante con su vida después de esto? No lo sabía, pero en ese momento, con el corazón latiendo con fuerza y ​​el cuerpo temblando de emoción, John comprendió que nada volvería a ser igual. La línea entre el amor y la humillación, entre el placer y el dolor, se había desdibujado por completo, y estaba listo para explorar este nuevo mundo de posibilidades.

El futuro era incierto, pero una cosa era segura: John nunca volvería a ver a su esposa, a su madre ni a su suegra de la misma manera. Y tal vez, solo tal vez, eso era justo lo que necesitaba.


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