Chapter 77: Reborn as the main villain of immortal cultivation I discover the secret of the glacier teacher part 1
La Hada Glaciar, su guía y obsesión, revela un lado inesperado. Ren, testigo de su poder y sumisión, se sumerge en un mundo de secretos y placer. ¿Qué más esconde la secta?
En un mundo donde el cultivo inmortal era la clave para alcanzar la eternidad, él había renacido como discípulo de la Hada Glaciar, una mujer de belleza sobrehumana y poder inimaginable. Su nombre era Ren, y aunque su memoria anterior estaba borrosa, sabía que su destino estaba ligado a esta nueva existencia. La Hada Glaciar, su maestra, era tanto su guía como su obsesión. Su cabello plateado caía como cascadas de luna, y sus ojos azules brillaban con una frialdad que escondía un fuego interior.
Un día, mientras exploraba los recovecos de la secta, Ren se encontró frente a una puerta entreabierta. La curiosidad lo consumió, y sin pensarlo dos veces, se acercó sigilosamente. A través de la rendija, vio algo que nunca hubiera imaginado. Su maestra, la Hada Glaciar, estaba arrodillada frente al jefe de la secta, un hombre de aspecto imponente y aura dominante. Ella le lamía el trasero con una dedicación que a Ren le resultó hipnótica. Sus manos, ágiles y expertas, masturbaban el miembro erecto del jefe, mientras sus labios trazaban círculos húmedos en la piel impoluta del hombre.
Ren recordó algo que había leído en su vida pasada: ese tipo de beso era un estímulo poderoso para los hombres. Aunque algunos lo consideraban humillante, la mayoría lo encontraba exquisito. La Hada Glaciar parecía saberlo bien, ya que su lengua se movía con precisión, limpiando y estimulando cada centímetro de la piel del jefe. El trasero del hombre estaba impecable, como todo en ese mundo de cultivo donde incluso los olores parecían perfectos.
El jefe gemía suavemente, su voz grave resonando en la habitación. La Hada Glaciar no se detenía, su boca trabajando con una devoción que a Ren le resultaba tanto erótica como inquietante. Finalmente, el jefe alcanzó el clímax, y ella recibió todo con su boca, tragando sin dudar. Ren sintió cómo su propio miembro se endurecía, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que no debería estar viendo aquello, pero no podía apartar la mirada.
Cuando la Hada Glaciar salió de la habitación, Ren se escondió rápidamente. Su maestra lo encontró de todos modos, su mirada penetrante atravesándolo. Notó su erección al instante, una sonrisa juguetona curvando sus labios. Sin decir una palabra, lo abrazó, sus cuerpos desnudándose en un baile silencioso. Ren la folló con dulzura, sus movimientos guiados por una mezcla de deseo y sumisión. Aunque había renacido como el villano hermano mayor de la secta, en ese momento era solo un discípulo rendido a los pies de su maestra.
La Hada Glaciar lo dominaba con facilidad, su poder abrumador incluso en la intimidad. Sus manos lo guiaban, sus susurros lo incitaban. Ren se perdió en la sensación de su cuerpo, en la calidez de su sexo ajustándose alrededor de su miembro. Ella gemía su nombre, su voz como música en sus oídos. Cuando finalmente alcanzó el clímax, Ren se derrumbó sobre ella, exhausto y satisfecho.
—Debes retirarte a practicar —dijo ella, su voz suave pero firme. Sabía que Ren necesitaba estar a su nivel, que su poder aún era insuficiente. Él ascendió, besando su cuello antes de levantarse. Se retiró a su cámara, su mente aún turbada por lo que había visto y vivido.
Se sentó en posición de loto, cerrando los ojos para concentrarse en su cultivo. Sin embargo, su mente divagaba, y pronto se encontró mirando por un pequeño hueco en la pared. Lo que vio lo dejó sin aliento. La hermana mayor de la secta, una mujer orgullosa y dominante que siempre lo había tratado con desdén, estaba arrodillada frente a un discípulo exterior. Sus senos, firmes y generosos, acariciaban la polla peluda del hombre, mientras su lengua trazaba patrones lascivos en la punta.
Ren nunca la había imaginado en una situación así. La hermana mayor siempre había sido un modelo de disciplina y frialdad, pero allí estaba, entregada al placer con una pasión que lo sorprendería. El discípulo gemía, sus manos agarrando sus cabellos mientras ella lo devoraba con avidez. Ren sintió cómo su miembro se endurecía de nuevo, su mente luchando entre la culpa y el deseo.
¿Qué significaba todo aquello? ¿Era este mundo de cultivo inmortal más complejo de lo que parecía? Ren no tenía respuestas, pero sabía que su camino estaba lleno de sorpresas. Mientras observaba a la hermana mayor, se preguntó qué otros secretos escondía la secta, y qué papel jugaría él en todo aquello. El futuro era incierto, pero una cosa era clara: su vida nunca volvería a ser la misma.