Una nueva oportunidad: Ayanokouji Kiyotaka en Tbate

Chapter 1: Prologo: Muerte indolora



La luna llena iluminaba débilmente el helipuerto vacío, una plataforma suspendida en las alturas de un rascacielos desierto. El viento nocturno soplaba con fuerza, levantando papeles y polvo en remolinos caóticos. Allí estaba Ayanokouji Kiyotaka, esperando, como si ya supiera lo que vendría.

Del otro lado, cinco figuras emergieron de las sombras. Trajes oscuros, acompañados de movimientos precisos, rostros inexpresivos, claras declaraciones de que eran agentes de la Sala Blanca, los peones leales de su padre, Ayanokouji Atsuomi, mientras que en sus manos llevaban armas de fuego con silenciadores, su letalidad contenida en el frío del acero.

"Sabías que esto pasaría tarde o temprano, ¿verdad?" dijo uno de ellos, con una voz carente de emoción.

Ayanokouji no respondió al principio. Su mirada permaneció fija en ellos, evaluando cada detalle. Había escapado del control de su padre durante demasiado tiempo, primero se refugió en una escuela donde no pudiera meter sus garrar, luego se fue a una universidad en otro país, había pasado años huyendo de la mirada de su padre. Pero ahora le había tocado enfrentar su destino, ya que Atsuomi había decidido cortar los lazos de forma definitiva.

"¿Él los envió a matarme?" preguntó Ayanokouji con una calma inquietante.

"No puedes huir de tu propósito, Kiyotaka. Tu existencia no tiene lugar fuera de la Sala Blanca."

Aunque había anticipado este momento, incluso si no sabía exactamente cuándo llegaría, no veía alguna abertura que pudiera aprovechar o algún recurso que pudiera explotar, actualmente estaba en jaque.

"Supongo que ni siquiera yo puedo escapar del pasado", murmuró para sí mismo.

Los disparos fueron la respuesta.

El primero lo alcanzó en el hombro, haciéndolo tambalear, mientras que otro disparo rozó su costado. A pesar del dolor, Ayanokouji reaccionó con rapidez, esquivando y utilizando los pocos elementos del entorno como cobertura. Pero los agentes eran metódicos, implacables. No había margen para la improvisación.

Ahora solo podía ganar tiempo, no llevaba ningún arma que pudiera utilizar y los agentes tenían cuidado en no cerrar la distancia, por lo que no había opción de noquear a alguno de ellos para recoger su arma.

Finalmente, una bala perforó su abdomen. Ayanokouji cayó de rodillas, con una mano presionando la herida mientras la sangre comenzaba a empapar su camisa blanca. Respiraba con dificultad, pero sus ojos seguían siendo los de siempre: fríos y analíticos, calculando cada movimiento incluso al borde de la muerte, buscando la mínima abertura para poder atacar y tomar la ventaja.

Los agentes se acercaron lentamente, sus armas todavía apuntándole. Uno de ellos se inclinó levemente hacia él.

"Un desperdicio, si me lo preguntas. Pero órdenes son órdenes."

Ayanokouji levantó la vista, su mirada seguía igual de imperturbable como siempre, en sus ojos no había ni una pizca de miedo.

"¿Realmente creen que están en el bando ganador?" murmuró, su voz baja pero firme.

''Aunque sea la grandiosa obra maestra no veo forma de que puedas voltear el tablero'' dijo uno de los agentes.

''Ahí es donde se equivocan, todo esto fue parte de mi plan, incluyendo mi muerte. Yo mismo me utilicé como peón descartable para mi movimiento final'' murmuró mientras escupía un poco de sangre.

La confusión cruzó brevemente el rostro del agente, pero no hubo tiempo para más preguntas. Con un disparo certero, el silencio envolvió el helipuerto. Ayanokouji Kiyotaka cayó hacia atrás, su mirada fija en las estrellas.

Desde la distancia, una figura observaba el cuerpo inerte del joven. Atsuomi Ayanokouji sostenía un teléfono en su mano, en completo silencio. Por un momento, su expresión pareció endurecerse, pero enseguida recuperó su compostura.

"Al final, incluso tú no pudiste escapar de tu destino, Kiyotaka", murmuró antes de dar la espalda a la escena.

Sin embargo, incluso en la victoria, algo lo inquietaba. Las últimas palabras de su hijo parecían ocultar un significado más profundo, una verdad que aún no había descifrado.

Con ese pensamiento comenzaron a sonar múltiples sirenas, para que luego de un par de segundos se acercaran varios sujetos con armas apuntándole.

''Atsuomi Ayanokouji, está detenido por un sin fin de crímenes contra la seguridad humana y malversación de fondos''

'Así que este fue tu último movimiento. ¿Eh. hijo?, simplemente brillante' pensó para acompañarlos sin poner resistencia


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