Spiritist in Mairimashita! Iruma-kun

Chapter 3: birthday number 3



Hoy era el tercer cumpleaños de Cale. Cuando despertó, notó algo inusual: Ameri no estaba en su cama, como lo hacía cada mañana. Era extraño, porque su hermana siempre se despertaba temprano, y en el proceso lo levantaba a él también. Pero hoy no estaba allí. Con un suspiro resignado, Cale se levantó y fue al baño a hacer sus necesidades. Después se vistió rápidamente y salió rumbo al comedor.

En el camino, se detuvo frente a un cuadro familiar que colgaba en uno de los pasillos. En la pintura, su padre y su madre se sostenían de las manos, sonriendo con una calidez que atravesaba el lienzo. Cale permaneció allí unos minutos, contemplando la imagen en silencio. Luego continuó su recorrido por el largo pasillo, pisando con suavidad la impecable alfombra roja bajo sus pies, hasta llegar a la puerta del comedor.

Cuando la abrió, lo que vio hizo que su corazón se llenara de amor y felicidad.

Frente a él, su padre y su hermana Ameri estaban esperándolo. Detrás de ellos, todos los sirvientes de la casa lo recibían con una sonrisa, sosteniendo pancartas de "Feliz Cumpleaños". En la mesa, estaban todos sus platos favoritos, dispuestos con cuidado y esmero. Sin contener la emoción, Cale corrió hacia su padre y lo abrazó con fuerza. Luego se acercó a Ameri, le dio un beso grande en la mejilla y la envolvió en un abrazo apretado.

Después, pasó uno por uno saludando a los sirvientes, agradeciendo con una sonrisa a cada uno por estar allí. Los empleados no podían evitar sentirse conmovidos; su pequeño amo, además de adorable, era tan educado que los llenaba de alegría.

Después del desayuno, llegó el momento de los regalos.

Su padre le entregó una bolsa con dinero:

—Para cualquier cosa que quieras comprar, hijo —dijo con una sonrisa cálida.

Luego fue el turno de Ameri. Con una sonrisa orgullosa, le entregó una caja envuelta en papel blanco con una cinta roja. Dentro de la caja había un violín hermoso.

—¡Gracias, hermana! ¡Me encanta! —dijo Cale con los ojos brillando mientras admiraba el violín. Sin esperar un segundo más, la rodeó en un fuerte abrazo y llenó sus mejillas con besos.

—Papá, ¿puedes contratarme un profesor de violín? —preguntó Cale, mirando a su padre con ojos esperanzados.

Henri asintió, complacido.

—Claro que sí, hijo.

Después de disfrutar el momento en familia, Cale recogió sus regalos y subió con Ameri a su habitación. Al entrar, dejó el violín con cuidado sobre su escritorio. Luego, miró a su hermana, le tomó la mano y corrieron juntos hacia el jardín, riendo en el camino.

Una semana antes...

Henri había llamado a Ameri para hablar sobre el cumpleaños de su hermano.

—Ameri, ¿sabes que el cumpleaños de tu hermano es la próxima semana, verdad? —preguntó su padre.

—Sí, papá, pero... —Ameri frunció el ceño con preocupación—. No sé qué regalarle a Cale.

Henri la miró con ternura.

—Estaba pensando que podríamos ir juntos a buscar un regalo. Algo que creas que le gustaría.

Ameri asintió. Con entusiasmo, fue a su habitación, sacó un vestido rojo de su armario y se lo puso. Al regresar, su padre la esperaba en la entrada, vistiendo uno de sus trajes elegantes y con sus gafas habituales. Tomándola de la mano, se dirigieron al carruaje.

Cuando llegaron al centro comercial, Ameri comenzó a pensar qué podría gustarle a Cale. Entraron primero a una tienda de juguetes, pero nada allí parecía encajar. Sabía que a su hermano no le gustaban mucho los juguetes y que prefería jugar al aire libre con ella. Mientras dejaban la tienda, Ameri notó una tienda de música al otro lado de la calle. Recordando que Cale solía tararear melodías cuando estaba relajado, decidió echar un vistazo.

Dentro de la tienda, una variedad de instrumentos se exhibía a su alrededor. Ameri se acercó al mostrador y le habló al empleado:

—Disculpe, quiero comprar un regalo para mi hermano. ¿Podría recomendarme un instrumento para él?

El empleado sonrió y se inclinó con cortesía.

—Buenos días, Lord Azazel y señorita Azazel. Es un honor tenerlos aquí. —Luego, levantó la vista y preguntó—: Señorita Azazel, ¿qué edad tiene su hermano?

—Cumplirá tres años en una semana.

El empleado asintió con entusiasmo.

—Perfecto. Tengo dos instrumentos que creo que le encantarían. El primero es un piano, un instrumento de teclas. El segundo es un violín, un instrumento de cuerdas. Ambos son ideales para alguien de su familia y, con un poco de práctica, podría dominarlos bien. ¿Le gustaría escuchar cómo suenan?

Sin esperar respuesta, el empleado tocó una versión breve de "Estrellita, ¿dónde estás?" en el piano y luego en el violín. Cuando terminó, miró a Ameri con curiosidad.

—¿Y bien, señorita? ¿Cuál le gustó más?

Ameri sonrió, sintiendo que ya había tomado su decisión.

—Me gustaron los dos, pero creo que a mi hermano le gustará más el violín.

—Excelente elección, señorita. ¿Qué tipo de violín le gustaría?

—¡El mejor, por supuesto! —respondió Ameri con una sonrisa decidida.

El empleado asintió con entusiasmo y se acercó a una caja elegante. Dentro de ella había un violín cuidadosamente elaborado.

—Este violín ha sido aprobado personalmente por Poro Amduscias, uno de los Trece Coronas.

Henri levantó una ceja, sorprendido. Sabía que Poro Amduscias era extremadamente exigente con los instrumentos y rara vez daba su aprobación. Sin embargo, al ver la determinación en los ojos de Ameri, Henri no dudó más y pagó el instrumento, aunque era realmente caro. Ver a sus dos hijos felices hacía que todo valiera la pena.

El empleado envolvió la caja en papel blanco con una cinta roja y se la entregó a Henri con una reverencia.

—Muchas gracias por su compra, Lord y señorita Azazel.

Ameri sonrió, llena de entusiasmo.

—¡Sé que a mi hermano le va a encantar!

De vuelta al presente...

—Gracias, hermana, me encanta —dijo Cale, mirando con admiración el violín en la caja.

Con una gran sonrisa, volvió a abrazar a Ameri, llenándola de besos en las mejillas. Después, miró a su padre con una expresión esperanzada.

—¿Podrías contratarme un profesor, papá?

Henri asintió.

—Por supuesto, hijo.

Después de la comida, Cale tomó sus regalos y se dirigió a su habitación con Ameri. Al entrar, dejó el violín sobre su escritorio con cuidado. Luego, con una sonrisa traviesa, tomó la mano de su hermana y corrieron hacia el jardín, riendo juntos, listos para disfrutar del resto del día.


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