Spiritist in Mairimashita! Iruma-kun

Chapter 12: Clara



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A la mañana siguiente, me dirigí a Babylis con Ameri. Al llegar, nos separamos, y me encaminé hacia nuestra sala temporal. Mientras caminaba por los pasillos, saqué a Kira para que me hiciera compañía. Debo decir que esta escuela es bastante interesante. Al pasar cerca del jardín, escuchamos voces y risas. Kira me miró y luego volteó en dirección a las voces con curiosidad, echando a correr. No tuve más remedio que seguirlo.

La vista que contemplé debía ser un regalo del destino: el joven Alice estaba siendo usado como perro por una chica de cabello verde, mientras Iruma reía a su lado.

Disimuladamente, saqué mi teléfono y tomé varias fotos. Seguro me servirán en momentos oportunos. 

Alice parece haberse dado cuenta de mi presencia.

—Cale, ¿qué haces aquí? No habrás visto nada, ¿cierto? —preguntó ansiosamente.

—¿Ver qué? Por otro lado, un placer verte, Iruma, y a usted también, juguetona señorita.

—A-así, un placer verte, Cale —dijo Iruma nervioso.

—¡Hola, Rojo! ¡Soy Clara! ¡Juguemos juntos! —exclamó felizmente.

Por lo que sé, Clara es como una burbuja, pero al menos es mucho mejor pasar el tiempo con ella que con esos matones que son solo carne de cañón. Además, puedo entretenerla a ella y a mis espíritus. Eso es un dos por uno.

—Claro, pero antes déjame llamar a unos amigos.

Clara observó con curiosidad cómo de mi pecho salían tres luces de colores, transformándose en tres seres diferentes.

—Déjame presentarlos: el zorro es Kira, la pequeña hada es Blanca, y la pantera es Onan. Chicos, ellos son Clara, Alice e Iruma. Llévense bien.

Clara tomó a los tres y sacó diferentes juegos como toboganes, columpios, pelotas, etc. 

Mientras mis espíritus se divertían, me acerqué a Iruma y Alice.

—Oye, Iruma, ¿qué tal te ha servido tu nuevo mayordomo? —dije con burla.

—B-bien... Digo, Alice no es mi mayordomo —respondió, sonrojándose de vergüenza.

—Cale, deja de molestar al señor Iruma.

—Cielos, Alice, si no fuera porque nos conocemos hace tanto, cualquiera pensaría que te llegó la primavera —solté con un suspiro, mirándolo con lástima.

—¡Maldito! —Alice, enfurecido, comenzó a formar una bola de fuego hasta que Iruma lo detuvo.

—Tranquilo, Alice —dijo, haciéndole señales con las manos para que se calmara.

Antes de que nos diéramos cuenta, los tres fuimos arrastrados por Clara para jugar hasta que no pudimos más.

—Maldita sea, ¿tiene una batería que se recarga con el sol o qué? —murmuré.

—Ya no puedo más —dije, jadeando.

—¿Ya se cansaron? —preguntó Clara.

Al vernos agotados, metió la mano en su bolsillo y sacó bebidas y galletas. Iruma, curioso, preguntó:

—¿Qué es eso?

—Es la especialidad de mi familia. Puedo hacer aparecer cualquier cosa que haya visto.

—Vaya, pero si es Clarin —dijo un demonio al acercarse.

—¡Yocchin! —gritó Clara emocionada, corriendo hacia él.

—Buena chica. ¿Encontraste nuevos amos? —le acarició la cabeza.

—¡Sí!

—¿Amos? —preguntó Iruma.

—En fin, ¿nos das algo de beber?

Clara sacó de su bolsillo más bebidas y comida, se las dio y los demonios se despidieron.

—¿Sabes? Cuando les doy comida, se ponen felices. ¡Y hasta juegan conmigo!

—Pero ustedes son los primeros que juegan tanto conmigo. Por eso, ¿volverían a jugar conmigo?

—¡Claro! —dijo Iruma.

—No, señor Iruma, se le pegará la estupidez —refunfuñó Alice.

—¡Azz-azz revivió! ¡Juguemos de nuevo!

Por otro lado, yo observaba la escena. Era claro que se estaban aprovechando de ella, pero no soy tan cercano a Clara como para interferir por ahora. Además, esto le servirá para madurar un poco enfrentándose a ellos.

Al día siguiente, nos volvimos a reunir. Clara, como siempre, comenzó a sacar juego tras juego. En un momento, decidí que era hora de cambiar el ritmo y puse en marcha mi plan. Plantaré la semilla en Iruma para acercarlo al piano y formar una banda. Tengo en mente a otros integrantes, pero eso será más adelante. Por ahora, me enfoco en la primera presa y la más fácil.

—Clara, ¿me puedes dar un violín?

—¡Aquí tienes, Rojo! —dijo, entregándomelo con una sonrisa.

—Les tocaré algo para que se relajen.

Comencé a interpretar la *Sonata del Diablo*. La atención de los seis se centró en mí. El viento y la naturaleza complementaban la atmósfera, mientras Blanca me ayudaba a amplificar el sonido, dándole una sensación mágica. Al mirar los ojos brillantes de Iruma y Clara, les dirigí una sonrisa y me moví a su alrededor mientras Blanca danzaba. Mi cabello ondeaba con el movimiento. Al terminar, Clara, Iruma y Alice estallaron en aplausos.

—¡Wooow, Rojo, eres increíble! —dijo Clara, fascinada.

—Tocas muy bien, Cale —agregó Iruma con ojos brillantes.

—Parece que tus prácticas han dado frutos, ¿no, Cale? —comentó Alice.

—Sí, he trabajado duro en ello. Dime, Iruma, ¿te gusta la música?

—¡Sí! Me encantó.

—Eso es genial. ¿No te interesaría tocar algún instrumento? ¿Tal vez el piano? Me encantaría tocar contigo. Por favor.

—Está bien, lo intentaré —respondió, golpeado en su punto débil.

— Creo que seremos buenos amigos — formando una sonrisa en su cara 

**[Continuará...]** 

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