He sought his end remembered as a traitor

Chapter 18: Capitulo 18 :Curiosidad



El amanecer iluminaba suavemente los jardines de la residencia imperial, llenando de luz la habitación donde Ellian jugaba en una manta extendida. Había pasado una semana desde el ataque, y aunque el recuerdo todavía persistía en los corazones de Adam y Rose, la familia había decidido seguir adelante, centrando sus esfuerzos en el bienestar del pequeño.

Ellian, con su cabello plateado brillando bajo los primeros rayos del sol, gateaba con determinación por la habitación. Sus ojos carmesí, llenos de curiosidad y fuerza, estaban fijos en un objetivo claro: su padre.

Adam, sentado en un sillón cercano, observaba con una mezcla de orgullo y sorpresa cómo su hijo intentaba levantarse una y otra vez. El pequeño no parecía rendirse, incluso cuando caía al suelo.

Rose, que estaba sentada junto a una mesa preparando un té, sonrió al ver la escena.

—Es persistente, ¿no crees? —comentó, mientras miraba a Adam con ternura.

Adam asintió, sus ojos nunca apartándose de Ellian.

—Más que persistente, es fuerte. No se deja intimidar por nada, ni siquiera por las caídas.

Ellian sin prestar atención a las palabras de sus padres, empujó sus pequeñas manos contra el suelo una vez más, levantándose sobre sus piernas temblorosas. Dio un paso, luego otro, tambaleándose mientras intentaba mantener el equilibrio. Cuando cayó de nuevo, no lloró ni se quejó. En cambio, dejó escapar un balbuceo decidido, como si estuviera retándose a sí mismo.

"Vamos, puedo hacerlo," pensaba Ellian, sus recuerdos de una vida pasada dándole una determinación poco común para alguien de su edad. "No importa cuántas veces caiga, seguiré intentando."

Adam, al notar la concentración en el rostro de su hijo, se inclinó ligeramente hacia adelante.

—Ven, Ellian —dijo, con su tono firme pero alentador extendiendo sus brazos hacia el pequeño.

Ellian levantó la vista hacia su padre, encontrando en sus ojos la motivación que necesitaba. Con un esfuerzo renovado, se levantó una vez más, sus piernas pequeñas moviéndose con torpeza pero con una dirección clara. Cada paso lo acercaba más a Adam, y aunque tropezaba, nunca perdía el objetivo.

Rose observaba la escena con las manos entrelazadas frente a su pecho, su corazón lleno de orgullo y amor.

—Él es igual que tú, Adam. Determinado.

Adam no respondió de inmediato Sus ojos brillaban con una emoción que rara vez mostraba, una mezcla de orgullo y amor que parecía envolverlo por completo.

Finalmente Ellian dio el último paso, cayendo directamente en los brazos de su padre. Adam lo sostuvo con firmeza, levantándolo en el aire mientras el pequeño dejaba escapar un balbuceo triunfal.

—Lo lograste, Ellian —dijo Adam, una sonrisa genuina iluminando su rostro.

Ellian aunque no podía hablar, miró a su padre con una expresión que parecía decir: "Lo hice por ti."

Rose se acercó, envolviendo a ambos en un abrazo. La risa de su hijo llenó la habitación, disipando cualquier sombra que pudiera haber quedado del pasado.

—Eres increíble, mi pequeño príncipe —murmuró Rose, acariciando su cabecita.

Adam, aún sosteniendo a Ellian, miró a su esposa y luego al bebé en sus brazos.

—Es fuerte porque tiene a su madre y su familia —dijo, con un tono que mostraba cuánto valoraba ese momento.

Ellian, en su pequeño mundo de pensamientos, tenía claras sus prioridades mientras apoyaba su cabeza en el cálido pecho de su padre. "Nunca me rendiré, porque tengo que conseguir más puntos para volverme más fuerte," pensaba, aunque no podía evitar sentir un profundo aprecio por la familia que lo rodeaba.

A pesar de su determinación, no todo se trataba de acumular puntos. Realmente valoraba a sus padres y el amor que le mostraban, pero sabía que si quería proteger este mundo que le habían dado y mantenerse a salvo, necesitaría fortalecerse.

"Si intento ser más tierno y adorable con ellos, tal vez gane algunos puntos extras," se dijo a sí mismo, dejando escapar un suave balbuceo mientras se acurrucaba aún más en los brazos de Adam. Su estrategia de ganar puntos a través de la ternura no era solo una fachada; en el fondo, realmente disfrutaba de esos momentos, y su amor por su familia crecía día a día.

Sin embargo, los recuerdos de aquella noche no lo abandonaban. Podía ver en su mente la imagen de su padre blandiendo su espada con una destreza y una velocidad que parecían imposibles. La sangre que salpicó, el movimiento preciso, y la calma inquebrantable de Adam mientras protegía a su hijo… todo aquello lo había impresionado profundamente.

"Mi padre es increíble," pensaba Ellian con admiración. "La forma en que voló la cabeza de esa mujer sin dudarlo... No hay forma de que yo pueda quedarme atrás. Debo ser digno de ser su hijo."

Mientras Adam lo sostenía, ajeno a los pensamientos de su hijo, Ellian decidió que no solo sería más fuerte por sí mismo, sino también por su familia. El sistema permanecía silencioso, pero Ellian sabía que cada gesto, cada palabra, y cada momento que compartiera con sus padres serían pasos en su camino hacia la fortaleza.

Por ahora, sin embargo, estaba dispuesto a disfrutar de los brazos protectores de Adam, el amor de Rose, y la calma que solo su familia podía darle.

"Primero los puntos," pensó, "pero también… primero la familia."

Más tarde, en la soledad de su cuna, Ellian despertó de su sueño. No había nadie a su lado, ni su madre ni su padre. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la luz tenue de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Una chispa de curiosidad comenzó a arder en su interior.

"Un momento perfecto para explorar," pensó, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

Con un esfuerzo sorprendente para alguien tan pequeño, Ellian se incorporó y se impulsó hacia el borde de la cuna. Usando su pequeña pero determinada fuerza, logró descender con cuidado, sus pies tocando el frío suelo de mármol. Gateó hacia la puerta, que estaba entreabierta, y pasó con éxito al otro lado. Los largos pasillos del palacio imperial se extendían frente a él como un laberinto interminable, silencioso y majestuoso.

La inmensidad del lugar lo sobrecogió por un momento, pero su curiosidad superó cualquier duda. "Este es mi momento para explorar este lugar gigante," pensó con determinación, moviéndose con cuidado.

A medida que avanzaba, sus pequeños ojos se llenaban de asombro al observar las pinturas y tapices que adornaban las paredes. Retratos de antiguos emperadores y paisajes imperiales se extendían a lo largo de los pasillos. Algunos rostros le resultaban familiares; había visto las mismas caras en los libros de historia que el sistema le mostraba en su mente.

"Así que este es el linaje que gobierna este imperio… Es majestuoso, pero también aterrador," reflexionó mientras seguía gateando.

El sonido de sus pequeñas manos golpeando el mármol resonaba suavemente en el silencio. Llegó a una gran sala donde una lámpara de aceite todavía ardía, proyectando sombras danzantes en las paredes. A pesar de su corta estatura, Ellian podía sentir el peso de la historia y el poder en aquel lugar.

Mientras continuaba su exploración, escuchó un leve murmullo. Sus pequeños oídos se aguzaron y dirigió su atención hacia una puerta entreabierta al final del pasillo. Su corazón latía más rápido, pero no se detuvo. Gateó con sigilo, asomando su cabeza para mirar dentro.

Era una sala de reuniones, pero en ese momento estaba vacía. Un gran mapa estaba desplegado sobre la mesa central, con marcadores que indicaban posiciones estratégicas. Ellian lo observó con interés. "Esto parece importante… ¿será sobre los monstruos?"

De repente, escuchó pasos a la distancia. Sus instintos le dijeron que debía regresar, pero la curiosidad lo empujaba a quedarse un poco más. Gateó rápidamente hacia una esquina oscura y se escondió, observando cómo una figura entraba en la sala. Era un hombre de cabellos rojizos y ojos de color verdes.

Ellian contuvo la respiración. La presencia del emperador llenaba la habitación, incluso en la soledad. Damián se acercó al mapa, estudiándolo con detenimiento. Su rostro mostraba una mezcla de concentración y preocupación. Durante unos momentos, Ellian simplemente lo observó, fascinado por el aura de autoridad que emanaba.

El aire en la sala de reuniones estaba cargado de silencio. El emperador Damián se encontraba inclinado sobre el gran mapa desplegado en la mesa central, sus ojos afilados escaneando cada detalle con concentración. Su porte, siempre imponente, irradiaba una mezcla de autoridad y soledad. Fue entonces cuando un suave sonido, casi imperceptible, captó su atención: el leve golpeteo de pequeñas manos contra el mármol.

Damián levantó la vista, su mirada fría y calculadora se dirigió hacia la entrada de la sala. Allí, asomando su cabecita plateada, estaba Ellian. El pequeño, con su caminar tambaleante y su expresión curiosa, había encontrado el camino hasta él. Por un momento, Damián se quedó inmóvil, desconcertado. La figura diminuta de Ellian contrastaba con la grandeza de la sala, pero había algo en el niño que lo hizo bajar la guardia.

Ellian, en su mente, escuchó nuevamente la voz del sistema:

(Encuentro con personaje: Emperador Damián. Probabilidad de interacción: Alta. Oportunidad para ganar puntos: Evaluando.)

Ellian, sin miedo, se acercó gateando al emperador, sus ojos carmesí brillando con una mezcla de inocencia y determinación. Cuando llegó a los pies de Damián, levantó sus pequeñas manos como pidiendo ser cargado. El emperador, quien raramente mostraba una emoción más allá de la fría compostura, sintió un nudo en el pecho.

—¿Qué haces aquí, pequeño? —murmuró Damián, su voz profunda pero suavizada por una curiosidad que no podía disimular.

Ellian, por supuesto, no respondió, pero dejó escapar un balbuceo encantador

mientras lo miraba fijamente.

"Así que este es el emperador," pensó el pequeño, con una mente adulta atrapada en su diminuto cuerpo. "Se ve… imponente. Pero no me asusta."

que de alguna manera, logró derretir parte del hielo que rodeaba a Damián.

Sin pensarlo demasiado el emperador se inclinó y lo levantó en sus brazos sosteniéndolo como si estuviera cargando algo increíblemente frágil.

—Eres… el hijo de Adam —murmuró, estudiando al niño con atención. Sus ojos recorrieron cada rasgo de Ellian, notando los detalles que lo hacían tan similar a su hermano. Había algo en el pequeño que lo desarmaba, algo que hacía que su habitual frialdad se desmoronara.

—Tienes el rostro de tu padre… y esos ojos… —murmuró Damián, observando al niño con detenimiento.

Ellian lo miraba fijamente, con sus ojos carmesí brillando bajo la luz de la sala. "No parece tan aterrador ahora," pensó, dejando escapar un suave balbuceo que sonó casi como una risa

Ellian, mientras tanto, lo miraba fijamente

"Es igual de imponente que papá," pensó, pero no sintió miedo. Había algo cálido, aunque escondido, en la forma en que Damián lo sostenía.

Damián esbozó una leve sonrisa, una que muy pocas personas habían visto. Sin darse cuenta, comenzó a balancear suavemente al niño en sus brazos.

—Eres un pequeño intrépido —dijo, con una voz que, aunque contenida, llevaba un tinte de calidez—. Igual que tu padre

Ellian, en su mente, pensó: "Si supieras lo que sé, no dirías eso tan tranquilamente." Pero en lugar de responder, se limitó a agarrar un mechón del cabello rojizo de Damián y jugar con él.

El emperador rió suavemente, sorprendido por su propio gesto. —Si hubieras sido mío… habría sido un privilegio cuidarte.

El emperador lo llevó hacia la mesa y lo sentó con cuidado sobre ella, asegurándose de que no pudiera caerse. Ellian, con su curiosidad inagotable, extendió su mano hacia el mapa, tocando uno de los marcadores. Damián observó el gesto con una leve sonrisa, casi imperceptible.

—Eres identico a tu padre —comentó, más para sí mismo que para el niño—. Pero también eres único. Es como si… —Damián hizo una pausa, sintiendo un nudo en la garganta—. Es como si lo reflejaras

Ellian sin entender del todo las palabras respondió con una pequeña risita golpeando suavemente el marcador con su mano. Damián rió por lo bajo, una rareza que pocas personas habían presenciado.

En ese momento, Rose apareció en la entrada, con la preocupación visible en su rostro al ver a su hijo lejos de su habitación. Al ver a Damián sosteniéndolo y al pequeño explorando el mapa, su mirada se endureció ligeramente, pero rápidamente se recompuso.

—Majestad —dijo con un tono respetuoso, inclinando la cabeza—. Espero que mi hijo no le haya causado molestias.

Damián levantó la mirada hacia Rose, y por un instante, su expresión pareció neutralizarse.

—Ninguna molestia, Lady Rose. Es un niño encantador. —Miró nuevamente a Ellian, quien ahora jugueteaba con los bordes de su túnica imperial—. Es más de lo que imaginé.Al contrario, su hijo tiene un encanto que no esperaba.

Rose se acercó y extendió los brazos hacia su hijo. Ellian, reconociendo a su madre, se inclinó hacia ella, pero no sin antes dejar escapar otro balbuceo hacia Damián, como si quisiera despedirse.

Damián lo entregó con cuidado, pero sus manos se demoraron un segundo más de lo necesario, como si le costara separarse del niño.

—Cuídalo bien, Rose. Él… es muy encantador .

El emperador lo entregó con cuidado, pero su mirada permaneció fija en el niño incluso después de que Rose lo tuvo en sus brazos. Algo en ese momento lo marcó profundamente, como si hubiera vislumbrado un destello de lo que podría haber sido su vida si las circunstancias hubieran sido diferentes.

Rose, aunque desconfiada, asintió y abrazó a su hijo con fuerza, su mirada fija en el emperador. Algo en sus palabras le pareció más profundo de lo que estaba dispuesta a admitir.

Mientras Rose se retiraba con Ellian en brazos, Damián se quedó solo en la sala, su mirada perdida en el lugar donde había estado el pequeño. Por primera vez en años, sintió una mezcla de emociones que no podía definir: amor, anhelo, y una profunda tristeza.

"Si el destino hubiera sido diferente," pensó mientras volvía su atención al mapa. Pero el mundo no funcionaba con "si" y lo sabía mejor que nadie.


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