He sought his end remembered as a traitor

Chapter 13: Capitulo 13 : Anhelo



Damián se marchó del lugar con pasos firmes, pero su semblante rígido no lograba ocultar la frustración que lo invadía. Odiaba las interrupciones, especialmente cuando se trataba de los pocos momentos que podía compartir con Adam. Había esperado con ansias el regreso de su hermano, anhelando que esta vez se quedara en el palacio, lejos de la vida que había construido con su propia familia. Durante años, había añorado su presencia en silencio, imaginando un tiempo en el que Adam permaneciera a su lado, sin la necesidad de marcharse de nuevo.

Adam, sin embargo, no había regresado por voluntad propia. Había aceptado su propuesta, una oferta que no podía ignorar. El palacio se convertía en un refugio temporal, no solo para él, sino para proteger a su hijo, Ellian. Una organización que amenazaba la seguridad del niño, acechándolo desde las sombras, y aunque Adam era fuerte, sabía que no podía enfrentar ese peligro solo. El palacio, con todos sus recursos y la influencia del emperador, era el lugar más seguro para mantenerse vigilante.

Si podía ayudarlo, si lograba convertirse en alguien necesario para él, quizás, solo quizás, Adam no encontraría razones para marcharse otra vez.

Atrás, Adam lo seguía en silencio, su mirada vigilante. Observaba cada gesto de Damián, cada detalle de su porte rígido. Sabía que su hermano estaba molesto, pero también entendía el motivo. Había pasado demasiado tiempo lejos, y aunque Damián nunca lo admitiría, lo había estado esperando. La relación entre ellos era compleja, marcada por silencios y emociones no dichas, pero había algo que Adam siempre podía sentir:que Damián valoraba su presencia más de lo que estaba dispuesto a aceptar.

—Adam, mañana vendrán los del templo —dijo Damián abruptamente, rompiendo el silencio. Su voz, usualmente controlada, tenía un tono más solemne—. El sacerdote realizará la ceremonia para bendecir a Ellian con agua bendita. Es una tradición que todos los niños nacidos en este imperio sean bendecidos. El mismísimo sacerdote principal del templo se encargará de ello, así que prepárate.

Adam asintió ligeramente, su expresión neutral como siempre.

—Lo entiendo. Haré los preparativos necesarios —respondió con su tono habitual, pero sus palabras llevaban un peso adicional. Sabía que esta ceremonia, aunque en apariencia un simple acto religioso, también era una forma de consolidar la posición de Ellian dentro del imperio.

Damián se detuvo abruptamente y giró hacia Adam, su mirada fija y penetrante.

—¿Sabes lo que significa, Adam? —preguntó, con un tono más bajo pero cargado de intención—. Esta bendición no es solo para proteger a Ellian. Es un reconocimiento público. Todos lo verán como parte de la familia imperial.

Adam levantó la vista y sostuvo la mirada de su hermano, comprendiendo de inmediato las implicaciones.

—Ellian ya es mi hijo. Eso es suficiente para mí. —Sus palabras fueron firmes, pero había una suavidad en su tono, como si intentara calmar el fervor de Damián.

Damián esbozó una leve sonrisa, aunque sus ojos reflejaban algo más profundo.

—Lo sé. Pero quiero que el mundo también lo reconozca. Que entiendan que mientras yo esté aquí, nadie podrá tocarlo.

Adam observó a su hermano por un momento más, notando la intensidad de sus palabras. Conocía bien a Damián; detrás de cada decisión, había una estrategia, pero esta vez, parecía más personal que político. Como siempre, Damián intentaba mostrar que todo lo hacía por el bien del imperio, pero Adam sabía que había más en juego.

—Agradezco tus esfuerzos, hermano —dijo finalmente Adam, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto—. Lo único que me importa es la seguridad de mi familia.

Damián no respondió de inmediato. Su mirada se desvió hacia una ventana cercana, desde donde podía ver los jardines iluminados por la luz de la luna.

—Entonces estamos de acuerdo. Porque mientras yo viva, nadie se atreverá a poner en peligro a Ellian. —Sus palabras eran firmes, casi como una promesa inquebrantable.

Adam se mantuvo en silencio, permitiendo que las palabras de Damián llenaran el espacio entre ellos. Ambos entendían la gravedad de la situación y lo que estaba en juego. Mientras el futuro del imperio y la seguridad de Ellian colgaban en la balanza, sabían que, a pesar de sus diferencias, seguirían luchando lado a lado.

Sin embargo, Damián sintió un escalofrío recorrer su espalda, una sensación que no provenía de su conversación con Adam, sino de algo más. Giró ligeramente la cabeza, su mirada calculadora y fría enfocándose en la figura que estaba a cierta distancia.

Allí, entre las sombras de un pórtico del palacio, estaba Rose. Su postura era elegante, como siempre, pero su aura irradiaba algo completamente diferente. Una oscuridad intensa, casi palpable, parecía envolverla. Sus ojos dorados, normalmente cálidos y serenos, estaban fijos en Damián con una intensidad que no podía ignorar. Era una advertencia silenciosa, un recordatorio de que ella estaba al tanto de más de lo que él creía.

Damián sostuvo su mirada por un momento, sin dejar que su expresión traicionara la mezcla de sorpresa e incomodidad que sentía. Sabía bien lo que esa mirada significaba. Rose no era una mujer ingenua, ni alguien que pudiera ser engañada fácilmente. Ella conocía la profundidad de sus sentimientos hacia Adam, aunque nunca se hubieran dicho en voz alta. Y ahora, su mera presencia era un desafío, una forma de dejar claro que no permitiría que nada amenazara la relación con su esposo.

Adam, ajeno al intercambio de miradas, continuó ajustando los guantes de su uniforme mientras hablaba con calma.

—Damian, ¿estás escuchando? —preguntó, notando la distracción de su hermano.

Damián desvió la mirada de Rose, volviendo a enfocarse en Adam. Su rostro recuperó su expresión impenetrable, aunque una ligera tensión aún permanecía en su mandíbula.

—Siempre te escucho, Adam —respondió con su tono habitual, neutral pero cargado de subtexto.

Rose, desde su posición, no dijo una palabra, pero se movió con una gracia que apenas perturbaba el aire a su alrededor. Caminó hacia ellos con pasos medidos, y aunque su sonrisa era cortés, sus ojos seguían emanando esa oscuridad que parecía advertir a Damián de no cruzar ciertos límites.

—Querido —dijo Rose, dirigiéndose a Adam con un tono suave pero firme, mientras colocaba una mano en su brazo—. Es tarde, y Ellian está esperando. ¿Nos acompañas?

Adam la miró con una sonrisa que solo tenía para ella, asintiendo ligeramente.

—Por supuesto. Damián, hablaremos más tarde. Gracias por todo.

Damián observó cómo Adam se alejaba con Rose, sus hombros relajados y su postura siempre imponente. Pero su atención estaba en Rose, quien, antes de desaparecer por los pasillos junto a su esposo, giró la cabeza ligeramente hacia él, su mirada dorada perforándolo como si hubiera leído cada uno de sus pensamientos más oscuros.

Cuando finalmente se quedaron solos en el jardín, Damián dejó escapar un suspiro, permitiendo que la máscara de su habitual compostura se deslizara un poco.

"Rose... siempre vigilante, siempre protegiendo lo que es suyo,"

pensó

Sabía que ella no era un obstáculo fácil de superar, pero no podía evitar el anhelo que lo consumía cada vez que veía a Adam.

El viento nocturno sopló suavemente, pero para Damián, el aire parecía más pesado que nunca.


Tip: You can use left, right, A and D keyboard keys to browse between chapters.